
Imagina ese sofá que ha sido testigo de tus mejores momentos: tardes de manta y película, visitas familiares, siestas interminables… Con el paso del tiempo, su aspecto puede deteriorarse, pero su valor emocional sigue intacto. Aquí es donde surge la gran pregunta: ¿vale la pena tapizar un sofá? La respuesta es un rotundo sí, especialmente