La lámpara de techo colgante Alma nace del encuentro entre vidrio y mármol travertino: una lámpara colgante que transforma el punto de luz en un gesto sereno y muy táctil. Su silueta redondeada suaviza el ambiente, ordena el plano de comedor o isla y crea una atmósfera cercana donde la conversación fluye sin estridencias. Es discreta, pero con carácter; minimal, pero con materia.
La pantalla de vidrio filtra la luz para que llegue cálida y homogénea, evitando destellos duros y realzando vetas de madera, encalados y tejidos naturales. El pequeño macizo de travertino en la base aporta peso visual y equilibrio, un contrapunto mineral que ancla la composición y dialoga con superficies nobles como roble, nogal o piedra sinterizada. En viviendas o proyectos contract, Alma funciona como punto focal honesto que baja el ruido visual y aporta ritmo al conjunto.
En proporciones, su escala resulta perfecta para espacios domésticos: el cuerpo describe ø25 cm y 36 cm de altura, con un desarrollo total del conjunto de hasta 180 cm desde el techo, lo que permite instalarla a la altura adecuada sobre mesas redondas o rectangulares. Con casquillo E27, 220–240 V, 50–60 Hz, IP20 y no regulable, se recomienda una bombilla LED cálida (2700–3000 K) de cristal opal para lograr una emisión uniforme y confortable durante horas. El peso de la pieza es de 2 kg y el volumen de embalaje de 0,06 m³, datos que facilitan prever instalación y logística en obra.
Más allá de iluminar, Alma estructura el espacio: centra la mirada, suaviza sombras y acompasa la estancia con una presencia fresca y atemporal. Su lenguaje mediterráneo material, sereno, esencial la hace fácil de integrar en paletas neutras o bicolores y en estilos japandi-minimal, contemporáneo o natural. Es una luminaria que permanece, al margen de modas rápidas y recursos efectistas.