Tokio en composición isla está pensado para ordenar salones abiertos con un gesto limpio y arquitectónico. Sus módulos rectos, de líneas puras y brazos anchos, dibujan un bloque sereno que se lee igual desde cualquier ángulo; perfecto para ubicar en el centro de la estancia y delimitar sin bloquear. La base baja despeja la vista y deja correr la luz, mientras que la cojinería suelta invita a recostarse y bajar el ritmo.
Es un sofá que estructura el espacio. Situado de forma exenta, funciona como isla de conversación: por un lado acompaña sobremesas largas; por otro, orienta la mirada hacia la luz o la pieza protagonista del salón. La modulación permite ajustar longitud y número de plazas con naturalidad —dos, tres o más asientos continuos— y sumar pufs o mesas auxiliares para resolver diferentes usos sin perder la lectura ordenada del conjunto.
El confort es honesto y cotidiano. Los asientos amplios sostienen la postura con suavidad, y los cojines de respaldo y apoyo permiten jugar con alturas y firmezas para leer, charlar o ver una película. Su estética, decidida pero amable, convive muy bien con maderas claras, piedra o microcemento, y con paletas de crudos, tierras o grises. Si buscas una presencia calmada que a la vez organice el plano, Tokio isla es esa pieza que ancla y hace respirar.
El tapizado a elegir te permite llevarlo hacia una textura con más relieve, que sume profundidad, o hacia una superficie visualmente lisa que enfatice el minimalismo del diseño. En todos los casos, la proporción contenida de los módulos y el acabado continuo refuerzan una sensación de orden que se percibe al primer vistazo.